La comunidad de vecinos en Benetússer contaba con un portero analógico que, si bien cumplía su función básica, presentaba algunas limitaciones importantes.
El principal inconveniente era la falta de control visual para saber quién estaba en la puerta, algo que muchas pequeñas comunidades buscan mejorar para sentirse más seguras.
Además, el sistema antiguo no permitía funciones avanzadas como la conectividad WiFi o la grabación de visitantes, lo que limitaba la utilidad para los residentes.
El portero analógico, con los años de servicio, también presentaba problemas de desgaste, desde una calidad de audio deficiente hasta complicaciones en el uso del intercomunicador.
Esto motivó a los vecinos a buscar una alternativa moderna y funcional, confiando en la calidad de los videoporteros Fermax, una marca líder en seguridad.